ENSAYOS
«Personas tóxicas»
Hay personas, que no ocultan el hecho de que sólo te escriben, te llaman o te visitan, cuando necesitan algo de ti; suele ser más frecuente de lo que pensamos. Y lo peor, es que esas personas de las cuales se aprovechan, saben que sólo las buscan por algún interés material; no es necesario que se lo digan, se dan cuenta por sí mismas, pero allí siguen, ayudando a todos, y nadie las ayuda a ellas. Siempre están cuando sus familiares o amigos «las necesitan». Sin embargo, cuando estan tristes, melancólicas, y hasta 'aburridas'; necesitando conversar con alguien, o esperando la visita improvisada de alguno de sus seres queridos o amigos, nadie está, nadie llega. En muchos momentos, esas personas se sienten solas; el ver que la mayoría de los que la rodean, ni siquiera saben cuál es su comida favorita, o su color favorito, o en realidad, cuáles son sus sueños, porque nunca entablan una conversación más allá de pedir un favor; los golpea fuertemente. Digo, tampoco van a estar pendientes de ellas las 24/7, es obvio. Sin embargo, a veces son necesarios los mensajes que llegan de la nada, y sin un interés en particular; es decir, que sólo te escriban, te llamen o te visiten, porque quieren estar contigo, conversar y compartir. Pero no, en la mayoría de los casos, esos mensajes, llamadas y visitas «repentinas», traen algo más. Me explico:
-¡Hola!, ¿Cómo estás? ¡Qué de tiempo sin saber de ti!, suelen iniciar.
-¡Hola! Muy bien, gracias a Dios. ¡Sí, qué milagro que escribiste!, responden, usualmente.
-¡Me alegro mucho! Ah, para saber de ti... Y, ¿Qué haces?
-Ah, chévere. Todo muy bien. Acá, escuchando música (por ejemplo). ¿Y tú?
-Ah ok, qué bueno. Igual, escuchando música... ¿Me puedes hacer un favor?
(Y sí, nunca pasan de 3 líneas de conversación, allí surge el interés, material, tal vez. Sólo sé, que no es del «bueno»)
No digo que no tengas que necesitar la ayuda de terceros en algún momento. Todos, pasamos por tiempos difíciles en los cuales necesitamos la cooperación de alguien para salir de ellos, es normal, es la naturaleza del ser humano. Pero, ¿Por qué buscar a una persona, sólo cuando necesitas algo de ella? Y no me refiero a algo «bueno»; es decir, un cariño, un gesto, un compartir sincero, esas, son cosas buenas; para mí. Sino, cuando necesitas que ella haga algo por ti, sólo porque tú no quieres, y sabes que esa persona no se negará, o simplemente, porque ella tiene algo que tú no tienes, pero que necesitas (bienes materiales, o intangibles, también). Así, defino a las «personas tóxicas», aquellas que sólo te buscan cuando necesitan algo de ti, o que hagas algo por ellas. Y cuando lo haces, frecuentemente, ni las gracias recibes a cambio. Porque esas personas, creen que tú siempre estarás para ellos (suele ser cierto), pero todo tiene un límite, y todos, tenemos un grado de paciencia. Y por más que nos duela, a veces, lo mejor es alejarte, porque al final, ellas, son: «personas tóxicas»

«Estudia por vocación, no por obligación»
De pequeños, todos soñamos con ser médicos, bomberos, profesores, estrellas del cine, cantantes, entre otros. Hay personas, que sí lo anhelan tanto, que lo terminan haciendo realidad. Otras, sólo lo jugaban de pequeños, pero nunca lo tomaron en serio. Mientras que hay otras, que sí lo deseaban, desde pequeños, incluso, se imaginaban desde ese entonces su vida profesional, y recolectaban toda la información concerniente a ese gusto en especial. Sin embargo, cuando llega el momento de emprender ese camino universitario, al que en la mayoría de los casos, iniciamos en edades alrededor de los 16 o 17 años; nos topamos con ciertos cuestionamientos por parte de nuestra familia y/o amigos. Comienzan con sus: «no te veo en esa profesión», «siempre quise que mi hijo estudiara lo que yo no pude, en su momento». Y si de casualidad, en tu zona, no hay universidades que ofrezcan la carrera universitaria que deseas, usualmente, surgen los: «¡¿Te vas a ir tan lejos?! «, «Tú no estás acostumbrado a estar fuera de casa», «No conoces ese lugar, hay muchos peligros en la calle», «No vas a aguantar tantos viajes»... Y sí, quizás algunos de sus argumentos sean ciertos, es válido que te lo digan, quieren cuidarte; 'algunos'.
Lamentablemente, hay muchos que se dejan llevar por esos comentarios, y logran convencerlos de que esa, no es la carrera universitaria que deben estudiar. Por lo que, terminan escogiendo otra carrera que no es de su agrado, ni les gusta por lo menos una materia del pensum; y sólo, para complacer a terceros. ¿Te imaginas estudiando, por ejemplo, medicina? Y que no te guste. ¿Cómo reaccionarías cuando te toque atender a tu primera emergencia? No es cualquier cosa, son vidas humanas las que dependen de tus conocimientos. O imagínate, si estudiaste abogacía, sin desearlo, cuando te toque defender a un inocente ¿Pagará esa persona injustamente, sólo porque no sabes cómo defenderla? ¡Sí, eso suele suceder! Para aquellos, que logran terminar la carrera, por tanta presión que reciben de parte de terceros; porque muchos, en algún momento, se rebelan y abandonan sus estudios 'forzosos', desanimados. Mientras que otros, poco a poco se van enamorando de la carrera (no totalmente), que los 'obligaron' u 'orillaron' a estudiar.
No permitas que otros influyan en tu decisión de sobre qué carrera vas a escoger. Porque quien debe estudiar cada uno de los semestres/trimestres, y aprobarlos, eres tú, no ellos. Asimismo, una vez culmines tus estudios, te tocará enfrentarte a un mercado laboral, donde tampoco serán otros los que trabajen por ti, debes hacerlo tú, porque para ello 'estudiaste'. Es tu tiempo, tu juventud, y tus anhelos profesionales, los que debes cumplir. Recuerda, que es tu vida la que comenzarás a trazar desde el momento en que emprendas tu carrera profesional, cuestionamientos habrán, personas que te digan que no podrás, sobrarán. Pero ya queda de tu parte demostrarles y demostrarte (suele ser más importante), que sí se puede, con firmeza, se logran los objetivos. ¡Y no, no es rebeldía!; es defender lo que deseas, porque al final, es tu vida, y estás escogiendo estudiar, no desperdiciarla en ocio o vicios.

«La inspiración nace, no la puedes forzar»
Las personas, somos seres que experimentamos diferentes emociones de acuerdo a las vivencias del día a día. Podemos estar felices, y de un momento a otro, cambia nuestro estado de ánimo. Es válido; somos seres vivos, y obviamente, sentimos y nos afectan miles de cosas. En momentos como esos, tenemos la necesidad de expresar ese sentimiento. Quizás, contándoselo a una persona de nuestra confianza, o tal vez, escribiéndolo. De allí, surge: «La inspiración nace, no la puedes forzar». La inspiración, es un sentir, que muchas veces suele ser repentino; ella llega cuando menos te lo esperas, y siempre, aunque no lo creas, está relacionada con tu estado de ánimo. Por ejemplo, si estás triste, no vas a poder escribir fragmentos, notas u obras referentes a la felicidad, porque tu estado de ánimo es todo lo contrario, y siempre habrá una conexión entre tus sentimientos y lo que estás escribiendo. Tal vez lo intentes, puedes hacerlo, pero en algún momento saldrá a relucir tu verdadero estado de ánimo, y lo que estás escribiendo, cambiará su rumbo y surgirá lo que realmente estás sintiendo. Lo mismo pasa si intentas escribir textos sobre momentos tristes, cuando estás feliz o atravesando tiempos de alegría. No digo que sea imposible; ¡No, no lo es! Pero no es la idea, tus escritos deben ir en armonía con tus pensamientos y sentimientos, porque de lo contrario, se verá afectado tanto tu estado de ánimo como tu escrito. No puedes forzarte ni obligarte a escribir respecto a un tema, si no tienes la inspiración en el momento. En lugar a ello, te aconsejo que aproveches esa revolución de sentimientos que llegues a sentir, y sácalos a flote, a través de un escrito, bien sea sobre la felicidad, o porqué no, de momentos tristes también, pero nunca forzandote; porque recuerda: «La inspiración nace, no la puedes forzar».

«El tren de la juventud, en Venezuela»
Todos los jóvenes venezolanos, culminamos nuestra carrera universitaria, con la visión de emprender y trazar nuestro propio futuro, es lógico y normal; como en todos los países, es nuestro derecho. Pero, eso no pasa en Venezuela, pues lamentablemente, vemos pasar el tren de la juventud sin poder embarcarnos y disfrutar el camino. ¿Por qué? Porque terminamos nuestros estudios y nos encontramos con un mercado laboral «pobre y deficiente» , donde ya no hay oportunidades de trabajo ni de crecimiento profesional. Y si consigues trabajo, no será precisamente de lo que estudiaste, a no ser que tengas «palanca», en alguna empresa u organización. En ese punto, nos desanimamos y estamos agotados de buscar y no conseguir, por lo menos, alguna oportunidad para trabajar. Y eso, sin contar con el hecho de, tampoco poder salir a divertirnos, como los de nuestra edad acostumbran a hacerlo. ¿Por qué? Porque lamentablemente, Venezuela se ha convertido en uno de los países más peligrosos, donde no se puede salir, sin mirar a todos lados, pendientes de que no pase un «motorizado», o alguien «sospechoso». Hemos desarrollado un sexto sentido, porque las circunstancias, así nos han obligado. ¿Salir de noche con amigos? Muy pocos lo hacen, imagínate, salir y no saber si regresarás a tu casa. ¡Sí, esa es la realidad de la población Venezolana! Nuestros padres, se preocupan cada vez que les decimos: «Má, pá, voy a salir». Sus caras de miedo y preocupación, son tan evidentes, que no pueden disimularlo. Incluso, me atrevo a asegurar, que muchos de esos padres, no logran conciliar el sueño porque la preocupación no se los permite, y prefieren esperar a sus hijos, despiertos.
Los jóvenes, nos desesperamos al ver cómo nos tocó vivir la mejor época de la vida, en la peor época de Venezuela. Donde, ya no podemos hacer planes a futuro en nuestro país, porque simplemente, no sabemos qué pasará mañana. Se han encargado de desaparecer nuestros sueños y metas a largo plazo, porque no son posibles en este país. Por más sacrificios que se haga, la inseguridad, la inflación y la escasez, impiden avanzar. Para el resto del mundo, podremos parecer exagerados, pero, como dicen por allí; «nadie conoce las goteras de una casa, hasta que vive adentro». Y por supuesto, esta realidad no se le desea a ningún hermano país.
Allí, parece que el «emigrar» resulta ser la única salida, para aquellos que tienen las posibilidades de hacerlo o que tengan la valentía de irse «aventurando». Conozco de muchos, que ni siquiera pudieron terminar sus estudios porque la universidad aumentó drásticamente sus cuotas, y no contaban con los recursos suficientes para seguir costeando su carrera. O simplemente, porque les surgió una oportunidad laboral, fuera de Venezuela. Y díganme ustedes, en este duro momento que estamos viviendo; ¡¿Cómo rechazarla?! También sé de aquellos, que trabajaron y estudiaron arduamente, para poder reunir y comprar el boleto aéreo y poder escapar de esta realidad; quizás tenían familiares y/o amigos en el extranjero, que se ofrecieron a recibirlos. O, están aquellos, que decidieron viajar por vía terrestre, porque no tienen suficiente dinero para comprar un boleto aéreo. Donde, puede que tardes tres meses en reunir el precio que te dieron, y cuando vas a comprarlo, resulta que ya aumentó. Y no 1 bolívar adicional; no. Sino, el 100% y hasta más. Ellos, deciden pasar 3, 4, y hasta 5 días, sentados en un autobús, absteniéndose de gastar en grandes comidas, por ejemplo, para no quedar sin dinero.
Todos, por cualquier vía que hayan escogido, son valientes, porque decidieron con mucho dolor; abandonar su país, su tierra y su casa, para irse a un lugar totalmente desconocido, con leyes desconocidas (pero que sí se respetan), donde tú como inmigrante (sin visa, sin cédula, ni algún documento legal), no tienes «derechos», no puedes reclamar nada. No puedes exigir un mejor trabajo, o un mejor sueldo, porque apenas vas llegando a un nuevo país, y no tienes documentos legales (a quien aplique). Y todo ello, para escapar de una realidad que no nos permite avanzar. Donde ya el objetivo no es únicamente personal. Vivir y disfrutar nuestra juventud, pasa a un segundo plano y sólo pensamos en trabajar para ofrecerles un mejor futuro a nuestra familia. Allí, se invierten los papeles, ahora somos los jóvenes quienes no podemos estar tranquilos, ni conciliar bien el sueño, al pensar en los familiares que dejamos en Venezuela, preocupados por su seguridad, que puedan estirar el «miserable» sueldo, o que simplemente, tengan algo que comer... Sí, los jóvenes venezolanos, actualmente, estamos viendo pasar el tren de la juventud, sin poder embarcarnos. O por lo menos, aquellos que gracias a Dios, hemos sobrevivido a la miseria humana que invade nuestro país, y que se refleja en los altos índices de inseguridad.
Y ojo, no sólo los que emigran, son valientes. Los que nos quedamos en Venezuela, por voluntad propia, o por las circunstancias, también lo somos. Aceptamos un trabajo, que no tiene nada que ver con lo que estudiamos en la universidad, pero necesitamos generar ingresos monetarios a nuestra casa, para cooperar con algo, por lo menos. El sueldo es aumentado constantemente, y a su vez, hasta el carrito por puesto, aumenta el pasaje; se nos va alrededor de 5.000 bs mensual, en puro pasaje (para aquellos que sólo toman dos carritos diarios). Y ni hablar de la comida, es imposible acceder a la canasta básica con el salario mensual ¡IMPOSIBLE! Hemos decidido utilizar alimentos sustitutos; bien sea, porque no se consiguen los habituales, o porque si se consiguen, es a precio muy elevado, y no conviene adquirirlo... Así, es el día a día de los venezolanos, no importa edad, sexo, ni ninguna característica en específico. Todos, somos afectados por las penurias que está pasando nuestro país. Y a los jóvenes, nos ha tocada ver pasar: «El tren de la juventud, en Venezuela»

